Los inversores que han fijado objetivos climáticos para 2030 disponen de menos de cinco años para cumplirlos. Sin embargo, pese al aumento en la frecuencia y gravedad de fenómenos meteorológicos extremos, muchos inversores se han enfrentado a una creciente reacción política contra el cambio climático y la inversión sostenible.
Estos acontecimientos se han intensificado en los últimos meses con un cambio drástico en el clima político de Estados Unidos. Grandes gestores de activos y empresas estadounidenses han abandonado compromisos climáticos y se han apresurado a dar marcha atrás en sus promesas en materia de diversidad, equidad e inclusión (DEI, por sus siglas en inglés).
No obstante, más allá de los titulares, se observa una evolución más matizada del mundo de la inversión sostenible, en la que la demanda de estrategias sostenibles sigue siendo sólida. Esta está siendo impulsada por inversores institucionales que exigen soluciones a medida para alcanzar objetivos concretos, respaldando sus discursos con acciones concretas.
Brecha transatlántica
Estados Unidos y Europa están tomando rumbos divergentes. Las presiones políticas han provocado un retroceso en la inversión sostenible en EE. UU., mientras que Europa, en su mayoría, sigue comprometida.
El presidente Donald Trump ha anunciado planes para desmantelar las medidas de la administración anterior orientadas a promover la sostenibilidad, y busca incrementar la exploración de carbón, petróleo y gas en terrenos federales —sus recientes órdenes ejecutivas lo dejan claro. Ha debilitado a la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) y retirado a EE. UU. del Acuerdo de París.
Algunos gestores de activos estadounidenses, enfrentando desafíos legales, han abandonado sus objetivos climáticos y se han desvinculado de iniciativas internacionales como Net Zero Asset Managers o Climate Action 100+.
Sin embargo, al otro lado del Atlántico, la situación se mantiene casi sin cambios en una región que históricamente ha liderado los esfuerzos internacionales por fomentar la sostenibilidad y la inversión responsable.
El pasado diciembre, los reguladores europeos comenzaron a aplicar la normativa de bonos verdes de la Unión Europea. Estas reglas buscan aclarar los criterios de elegibilidad sobre qué puede considerarse un ‘bono verde’ en la UE, con el objetivo de proteger al inversor y evitar el ‘greenwashing’.
No obstante, ni siquiera en la UE todo es un camino de rosas. En un intento por reforzar su competitividad, el paquete legislativo Omnibus propone retrocesos en políticas clave como la Directiva sobre informes de sostenibilidad corporativa (CSRD) o la directiva de diligencia debida en sostenibilidad, además de contemplar ajustes en el Reglamento de Divulgación de Finanzas Sostenibles (SFDR).
Esta divergencia filosófica, unida a presiones para debilitar las medidas existentes, complica la operativa global tanto para gestores de activos como para propietarios de activos. Ya no es viable aplicar un enfoque único para todos.
Los grandes inversores marcan el rumbo
Aun así, muchos inversores institucionales continúan exigiendo estrategias sostenibles. Aunque no siempre es visible, esta es una pieza fundamental del panorama actual de inversión.
En febrero, un grupo de 27 propietarios de activos —principalmente del Reino Unido, pero también de Europa, Australia y Estados Unidos— firmó la ‘Declaración sobre Supervisión Climática de Propietarios de Activos’ para reafirmar su apoyo a los principios de sostenibilidad y detallar sus expectativas hacia los gestores de fondos.
La demanda de soluciones de inversión personalizadas va en aumento. Aunque en su mayoría estas están enfocadas en cumplir objetivos climáticos, también hay un creciente interés en estrategias que protejan el entorno natural mediante mandatos segregados.
En nuestra propia cartera gestionada, los activos que clasificamos como inversiones sostenibles crecieron de 55.000 millones de libras a finales de 2023 a 87.000 millones de libras (112.400 millones de dólares) a finales de 2024. Este aumento se debió en gran parte a mandatos de inversión sostenible segregados.
También estamos viendo casos en los que los gestores de activos que se alejan de los objetivos de sostenibilidad son penalizados por algunos propietarios de activos. Por ejemplo, People's Pension del Reino Unido y Akademiker Pension de Dinamarca retiraron mandatos de un gestor estadounidense por discrepancias en su estrategia climática.
La DEI requiere soluciones diversas
Las empresas implementan políticas de DEI por diversas razones, como el bienestar de sus empleados, el cumplimiento legal o la mejora de su imagen de marca. Pero los críticos asocian la DEI con la priorización de la identidad por encima de la competencia.
Muchas empresas estadounidenses han comenzado a suavizar o eliminar sus políticas DEI en respuesta a la orden ejecutiva de Trump y por temor a litigios. Las cuotas relacionadas con DEI y los programas de acción afirmativa han estado especialmente bajo escrutinio. Los opositores afirman que son discriminatorios y que los empleados contratados bajo estos programas no han sido seleccionados por méritos. Algunas compañías, por ejemplo, han eliminado las cuotas de género en sus consejos de administración.
La respuesta de los gestores de activos ha sido variada ante el creciente número de demandas relacionadas con la DEI. Mientras algunos han optado por guardar silencio, otros continúan dialogando con las empresas y fortaleciendo relaciones a largo plazo para impulsar mejoras en esta área.
Los cambios que las empresas están haciendo en materia de DEI, en respuesta a nuevas presiones y expectativas, son otra muestra más del carácter cambiante de la inversión sostenible en un mundo cada vez más complejo.
Conclusiones
Muchos titulares recientes han pintado un panorama sombrío para la inversión sostenible, con frases como “la sostenibilidad está en crisis”. No cabe duda de que la luna de miel ha terminado. Sin embargo, una mirada más atenta revela una historia muchos más matizada.
El entorno político hostil en Estados Unidos dificulta seguir principios de inversión sostenible en ese país. No obstante, la demanda de estrategias sostenibles sigue siendo fuerte, especialmente por parte de inversores institucionales comprometidos con alcanzar sus metas en sostenibilidad, que necesitan soluciones de inversión personalizadas.
Una vez eliminado el ruido que hace el marketing, la inversión sostenible siempre ha girado en torno a cuestiones financieramente relevantes. Y estas cuestiones siguen siendo clave, independientemente del vaivén político del momento.
Por eso los propietarios de activos, como inversores a largo plazo, siguen comprometidos. Por ello, existen oportunidades para quienes logren orientarse en este entorno cambiante.
La inversión sostenible no ha muerto: se está reformando y evolucionando para responder a las exigencias de un mundo en transformación. Costó más de cien años lograr un consenso global sobre principios contables aceptados internacionalmente. Estamos intentando lograr lo mismo, pero con mucho menos tiempo, y en un planeta que se calienta cada año más. ¿Por qué nos sorprende que haya algunos baches en el camino?